SAN PIO DE PIETRALCINA-GIORDANO DI PONZANO

RB04/274

ST. PADRE PIO DE PIETRALCINA-GIORDANO DI PONZANO

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Figurilla del Padre Pio ( San Pio), realizada en resina policromada, moldeada y pintada completamente a mano con gran detalle y calidad, la figurilla muestra un sacerdote franciscano con un habito de color marrón con ambas manos cubiertas por guantes para no dejar a la vista los estigmas como lo hacia este Santo tan cercano y humilde. Se envía en caja rellena de poliespan forrado de raso blanco, con la imagen ilustrada en la tapa de la caja. Una presentación impecable para un regalo especial!.

Medida 15 cm

El Padre Pío fue un sacerdote franciscano capuchino que llevó visiblemente en su cuerpo, por más de cincuenta años, las llagas de Jesucristo. El Padre Pío fue también un vidente, que leía los secretos de la mente, un profeta, un taumaturgo, confesor, místico, asceta, y misionero a escala mundial.

Tener los estigmas significa llevar en el cuerpo “marcas semejantes a las heridas del cuerpo crucificado de Cristo”. En la historia de la Iglesia se han reconocido sólo unos sesenta casos de estigmas.

El Padre Pío fue el primer sacerdote en la historia de la Iglesia católica que recibió los estigmas visibles, los cuales tuvo de forma visible por más de cincuenta años. La pérdida de sangre durante esos años fue tan grande que, según la ciencia médica, él no habría podido sobrevivir por mucho tiempo – mucho menos durante cincuenta años.

El Padre Pío rezaba para que sus estigmas permanecieran invisibles y ocultos ante los ojos de los hombres. Pero el 20 de septiembre de 1918, mientras hacía su acción de gracias después de una Misa, recibió los estigmas visibles. Su director espiritual le ordenó que contara todo lo que le había ocurrido en aquel día. El Padre Pío así describió el hecho:


“… vi a un visitante misterioso delante de mi… [cuyos] pies y costado sangraban. La visión me espantó… Luego, la visión del visitante desapareció, y vi que mis manos, pies y costado estaban traspasados y sangraban. Se puede imaginar el dolor que sentí en ese momento y que sigo experimentando casi todos los días continuamente. La herida del corazón sangra continuamente, especialmente desde el anochecer del jueves hasta el sábado. Querido Padre, me estoy muriendo de dolor a causa de la herida y del bochorno resultante… Levantaré mi voz y nunca dejaré de implorarle [a Dios] hasta que, en su misericordia, me quite ―no tanto las heridas o el dolor, cosa que es imposible porque deseo embriagarme de dolor― estas señales externas que me causan gran vergüenza y una humillación insoportable”.

Sus estigmas eran heridas muy profundas que penetraban el centro de sus manos y pies y el costado izquierdo de su cuerpo. Sus manos y pies estaban totalmente perforadas, que incluso se podía ver la luz que atravesaba la membrana que cubría sus heridas. Llevaba guantes en sus manos (excepto durante la Misa), y calcetines en los pies. En el transcurso de los años, miles de personas vieron las heridas del Padre Pío expuestas durante sus Misas. La venda que estaba ubicada en su costado izquierdo se empapaba con sangre que fluía durante la noche, y tenía que ser remplazada al día siguiente. Sus estigmas fueron examinados en varias ocasiones por los doctores. La conclusión imparcial a la que llegaban era que sus heridas no tenían explicación. Sin el permiso inmediato de sus priores, nadie podía ver sus heridas.
Los estigmas milagrosamente después de su muerte, no dejaron rastro ni cicatriz. El 18 de diciembre de 1997 el Papa Juan Pablo II declaró al Padre Pío Venerable. El 2 de mayo de 1999 Padre Pío fue proclamado bendecido.

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